Visita a Ochagavía
El ‘nido de lobos’
El nombre Ochagavía (u Otsagabia) proviene del euskera “otso”, que significa “lobo”, y “kabia”, que significa “nido”, de ahí que se traduzca, literalmente, como “nido de lobos”. Siendo una de las puertas de entrada a la Selva de Irati y estando rodeado de bosques y montañas, Ochagavía convivió, durante siglos, con el temor de la presencia de los lobos que habitaban el valle. La última vez que se avistó (y cazó) un lobo en Ochagavía fue a mediados del siglo pasado, sin embargo, la estrecha relación entre este animal y la villa quedó sellada para siempre en su nombre y en el escudo, tanto del pueblo como del valle de Salazar: un lobo con un cordero en la boca.
UN PUENTE MEDIEVAL, TRES PALACIOS Y UNA IGLESIA
Apenas 85 kilómetros de Pamplona, en el corazón del valle de Salazar, se encuentra Ochagavía, un pequeño pueblo de casas de piedra atravesado por el río Anduña, en cuyas calles salpicadas de los pétalos de los geranios rojos que decoran los balcones parece haberse detenido el tiempo. En este oasis de piedra de Navarra se oye nada más que el sonido de los pasos sobre los adoquines, el murmullo del fluir de las aguas del río y el tímido canto de alguno de los pájaros que habitan entre los árboles de la sierra Abodi, paisaje de fondo de la villa.
Al llegar a Ochagavía, lo primero que salta a la vista es el hermoso puente de piedra medieval erigido sobre el río Anduña, cuya silueta enmarcada por las pintorescas casas del paseo principal se ha convertido en una de las postales más representativas de la villa. Este es el punto de partida perfecto para recorrer y perderse por las calles empedradas del pueblo, descubriendo así los variopintos rincones de Ochagavía.